Naturaleza
Bosques del Perul, en las inmediaciones de Montorio.
Una de las notas características del espacio que ocupan los 62 pueblos que integran la Mancomunidad Tierras del Cid es la amplia variedad de registros orográficos, hidrológicos y paisajísticos que alberga. Amplias llanuras, zonas de páramo, áreas montañosas, espacios boscosos, valles y riberas conforman un territorio rico en elementos naturales.
La zona situada más al noroeste, alrededor de Montorio y Huérmeces, presenta un relieve accidentado, con elevaciones, bosques intrincados y desfiladeros. Nos encontramos en las últimas estribaciones de la Cordillera Cantábrica, que aún se prolongan más al sur, hacia las tierras más meridionales de la Merindad de Río Ubierna. De este área, denominada Entre Peñas, forman parte localidades como Castrillo de Rucios, San Martín de Ubierna, Ubierna, Gredilla la Polera o Peñahorada.
Al norte de la zona anterior se abren los duros páramos de Masa o Cernégula, mientras que al este se forma el espectacular paisaje de las torcas de La Molina y el Homino.
El relieve se vuelve mucho menos irregular hacia el sur, tanto en el Valle de Santibáñez o Pedrosa de Río Úrbel -en la parte oeste- como en el Alfoz de Quintanadueñas o en el sur de la Merindad de Río Ubierna, Quintanilla Vivar, Quintanaortuño o Sotragero.
Hacia el este, el Valle de las Navas mantiene el predominio de las llanuras cultivables, rotas en varios puntos por cerros calcáreos y en otros por masas boscosas.
Paisaje característico de las Torcas.
Panorámica de Tobes y Rahedo.
Villayerno-Morquillas, Hurones, Rubena y Quintanapalla, donde se alternan las llanuras con suaves lomas, dan paso a los desniveles del Alto de Rodilla, en las inmediaciones de Monasterio y Fresno de Rodilla.
El río Úrbel vertebra de norte a sur la parte occidental de este territorio, desde Montorio a Pedrosa, en tanto que, paralelo al anterior, el Ubierna desciende desde Masa hasta Quintanadueñas. Otros ríos menos caudalosos, como el Rioseras por el Valle de las Navas o el Vena por Rubena, contribuyen a dar vida al paisaje y fertilidad al suelo.
Tan solo la zona más nororiental queda fuera de la cuenca del Duero. Cobos Junto a la Molina, Hontomín, La Molina de Ubierna, Lermilla, Melgosa, Quintanarruz y Tobes y Rahedo vierten sus aguas al Ebro, antes de recibir las del Homino o La Molina, entre otros afluentes.
Imagen del Úrbel, a la altura de Zumel.
El río Úrbel se abre paso desde Fuente-Úrbel a La Piedra y Úrbel del Castillo a través de un terreno irregular, antes de llegar a Tierras del Cid a la altura del municipio de Montorio. A partir de aquí va recibiendo las aguas de diversos afluentes, ninguno de ellos de gran caudal, tanto por su margen izquierda como por la derecha. Entre ellos, el mayor en cuanto a longitud es el río Pantaleón, que baja desde Quintanilla Pedro Abarca hacia el Desfiladero de Huérmeces. Una vez que logra superar esta zona de desniveles calizos, el Úrbel baña la localidad de Huérmeces y sigue su recorrido, ya más calmado, hacia el sur.
Tras adentrarse en el Valle de Santibáñez, alcanza su curso medio y configura a su paso un espacio definido por vegas fértiles rodeadas de páramos calizos. En esta parte del trazado del río se desarrolla un interesante bosque de galería y el Úrbel sigue incrementando su caudal a través de las aportaciones procedentes de los arroyos que desde la derecha vierten en él sus aguas. Llega al municipio de Pedrosa de Río Úrbel y continúa en sentido sur hacia Las Quintanillas y Rabé de las Calzadas. Después de superar esta última localidad desemboca en el Arlanzón, muy cerca de Buniel.
Campos de cereal, en el Valle del río Úrbel.
Vista del Desfiladero del Úrbel, desde el entorno de la cueva de Valdegoba.
Al norte de la localidad de Huérmeces puede contemplarse el desfiladero abierto por el río Úrbel en las sólidas calizas que constituyen las primeras estribaciones meridionales de la Cordillera Cantábrica. Por este complicado paso consigue adentrarse el río, a través de una estrecha y profunda garganta que ofrece espectaculares cantiles verticales de casi 150 metros de altura en su zona más escarpada.
En este espacio, en el que la caliza desprovista de vegetación de las zonas más elevadas da paso en las áreas de menor pendiente a bosques de quejigos, tienen su hábitat ideal numerosas rapaces -entre ellas el buitre leonado, el alimoche, el halcón peregrino, el águila real e incluso el búho real-.
Entre los mamíferos, cabe citar la presencia de jabalíes, corzos y algunas nutrias, tejones y gatos monteses. En las áreas más cercanas al cauce se configura un interesante bosque de galería en el que predominan los sauces y los alisos.
En la parte más septentrional de la ladera este del desfiladero se encuentran las cuevas de Valdegoba, un conjunto de tres cavidades que forman un interesante complejo kárstico. En la central, de algo más de veinte metros de galería, se encontraron importantes hallazgos del Paleolítico Medio.
Cuevas de Valdegoba.
La iglesia de Santa Cristina, edificada en el siglo XVII, es de estilo barroco.
En la parte más septentrional de la comarca de Páramos y Campiñas se encuentran los bosques del Perul, un espacio poblado de árboles que se extiende entre las localidades de Coculina y Acedillo. Se trata de una masa boscosa que se mantiene en un estado de conservación óptimo. En las Tierras del Cid, llegan por su lado oriental hasta las inmediaciones de Quintanilla Pedro Abarca.
Desde esta pequeña población, ubicada al noroeste de la Mancomunidad, a través de una pista de tierra el recorrido se interna enseguida en un paisaje formado por bosques mixtos, configurados por especies típicamente mediterráneas, en la que las encinas, los robles y los quejigos son los principales protagonistas. El alto de El Perul (1.160 metros) preside este interesante conjunto vegetal. También puede accederse a la zona desde otras localidades, como Montorio o Villadiego.
En cuanto a la fauna, abundan mamíferos como los corzos y los jabalíes, pero también tejones, garduñas, martas, lirones caretos y gatos monteses. Además, numerosas especies de aves encuentran aquí su hábitat ideal. Entre ellas, cabe destacar la presencia de rapaces como el águila real, el halcón, el gavilán y el búho chico.
La masa arbórea se extiende desde la misma ladera de Marmellar de Arriba.
Los Montes de Marmellar se extienden a lo largo de una superficie de 287,63 kms2. Abarcan un territorio que se sitúa en torno al arroyo Segadero y Marmellar de Arriba, al sur -hacia las localidades de Arroyal y Marmellar de Abajo- y al oeste -hacia Pedrosa de Río Úrbel-.
Es una zona fundamentalmente definida por masas arbóreas que rompen la monotonía de los páramos calcáreos que caracterizan la zona. En las vaguadas predominan las manchas, más o menos importantes, de encinas y quejigos, especies arbóreas que se mezclan con las zonas de cultivo cerealista.
El río Ubierna, a su paso por Sotopalacios.
El río Ubierna recorre casi 50 kilómetros desde su nacimiento hasta su desembocadura. A lo largo de ese trayecto, logra abrirse paso en su zona de cabecera a través de las últimas estribaciones meridionales de la Cordillera Cantábrica y alcanza después un amplio valle. Cerca de Masa nace este río. Después de recibir el aporte del arroyo Quintanilla, baña las localidades de Quintanilla-Sobresierra, Quintanarrío, Robredo-Sobresierra, Villalbilla-Sobresierra y Gredilla la Polera. A la altura de esta última se une con el arroyo Jordán, que desciende desde Hontomín y la propia Gredilla. En sus primeros kilómetros también recibe las aguas de los arroyos Fuentemaján y Rucios.
El primer tramo del Ubierna conserva alrededor del cauce un interesante bosque de galería. Algunas nutrias y ejemplares de mirlo acuático y martín pescador acompañan en esta zona a la escasa población de trucha autóctona.
La presencia de una importante barrera caliza obliga al río a superar este obstáculo natural por un estrecho desfiladero antes de alcanzar la localidad que da nombre al río y al conjunto del valle que se abre al sur. En este terreno comienza a desarrollarse una fértil vega -delimitada por un bosque de ribera poblado de chopos, álamos, olmos, fresnos y sauces- que acompañará al río hasta que a la altura de Villalonquéjar deje sus aguas en el Arlanzón. Antes de ello, el Ubierna aumenta su caudal gracias a los ríos de la Hoz y Rioseras (entre Sotopalacios y Vivar) y de los arroyos del Requejo, Prado Rey y Agua del Arroyal. Desde Ubierna hasta su desembocadura, el cauce discurre por Quintanaortuño, Sotopalacios, Vivar del Cid, Quintanilla Vivar, Villarmero y Quintanadueñas.
El río, a la altura de Vivar del Cid, cerca ya de su desembocadura en el Arlanzón.
Para baja del Desfiladero de Rucios, con las cuevas de San Martín a la derecha.
En la parte central de la Merindad de Río Ubierna aparece una importante barrera caliza que configura un interesante paisaje de sierra. En esta zona se formaron varios desfiladeros de gran belleza. El de Rucios, entre Castrillo y San Martín de Ubierna, recibe el nombre del arroyo que desciende abriéndose paso a través de la roca. Además de su interés natural y paisajístico, las paredes verticales de roca lo convierten en una magnífica zona de escalada. En su parte inferior alberga una serie de cuevas, algunas de ellas comunicadas entre sí.
Al sur del anterior, el Ubierna logra superar la muralla natural por un angosto desfiladero que finaliza justo a la entrada del valle del mismo nombre. Por él cruza la carretera en sentido norte-sur, aprovechando precisamente el paso abierto por las aguas del río.
Más al este se sitúan el denominado Callejón de La Polera y el desfiladero de La Hoz. El primero se inicia junto a la localidad de Gredilla y, pese a su breve recorrido, ofrece imágenes de gran belleza. Siguiendo el camino que sube una vez superado el Callejón, se llega hasta la Cueva de La Polera.
Muy cerca del anterior, el río de la Hoz ha abierto un cañón entre el barrio de La Mota (en Villaverde-Peñahorada) y Peñahorada. En su interior se alternan verticales paredes rocosas (con importantes desplomes) con pendientes suaves en las que proliferan bosquetes de encinas. El paso del río es aprovechado también por la carretera Burgos-Villarcayo y por el antiguo ferrocarril Santander−Mediterráneo (actual Camino Natural del mismo nombre). Además, esta es una de las mejores zonas de escalada de la provincia, tanto por su variedad de vías como por los diversos grados de dificultad que proporciona, todo ello en un paisaje de gran belleza.
El Callejón de La Polera se encuentra muy cerca del casco urbano de Gredilla.
En primavera, el Páramo de Masa se tiñe de color y se convierte en un paisaje de gran belleza.
Es una zona caracterizada por la existencia de estructuras rocosas planas que se extiende entre el norte de la Merindad de Río Ubierna y el Valle de Sedano. En este espacio natural, el viento norte dominante, unido a la propia geología del terreno, dificulta el desarrollo de la vegetación. Las principales especies que proliferan son el brezo, el espliego, la gayuba, el tomillo y la sabina rastrera, además de algún aislado bosquete de carrascas, encinas y quejigos, en general de escaso porte. Sin embargo, frente al aspecto desolado que muestra el páramo a lo largo de la mayor parte del año, durante la primavera su superficie se tiñe de vivos colores, gracias a la floración de las distintas plantas y a la aparición de las diversas variedades de orquídeas que se desarrollan.
Valles secos, dolinas, uvalas y lagunas son algunas de las manifestaciones paisajísticas que se pueden ver en una zona marcadamente kárstica en la que las áreas más elevadas rondan los 1.100 metros de altitud.
Con respecto a la fauna, este es el hábitat ideal para muchas especies de aves esteparias. La agachadiza, el alcaraván, la calandria, la curruca tomillera, el sisón o la terrera común son algunas de las que más abundan. Además, se pueden contemplar ejemplares de alondra de Dupont, avutarda, cernícalo y aguilucho cenizo, sin olvidar la codorniz o la perdiz, o córvidos como la grajilla o la urraca.
El Páramo de Masa se extiende por Cernégula, alrededor de la laguna de Las Brujas.
La Charca, como se conoce habitualmente en Cernégula la laguna de Las Brujas.
En los términos de Cernégula y Masa, la composición kárstica del terreno ha propiciado la aparición de diversas lagunas en la zona de páramo. En las inmediaciones de algunas de estas masas de agua se forma una densa vegetación compuesta por juncos, cañizos y espadañas. Esta suma de agua y especies vegetales propicia la presencia de numerosas aves que encuentran aquí su hábitat perfecto. La más conocida de todas estas lagunas (aunque también la más transformada por la mano del hombre) es la de las Brujas, también conocida como La Charca. Se sitúa junto al pueblo y alrededor de ella surgió la leyenda relacionada con la brujería.
Además de la anterior, en medio del páramo se encuentran Pila Vieja y Venta la Perra. En Quintanajuar se halla una cuarta laguna a los pies de una peña, junto a las ruinas de la iglesia. En Masa hay otras tres lagunas de idéntico origen, muy próximas entre sí: Solmonte -cuyas aguas desembocan en el Ebro-, Pozorrullo -conocida como manantial del Ubierna- y La Calentona.
La Calentona es una de las lagunas kársticas que hay en el término de Masa.
Paisaje característico de Las Torcas.
En torno a los cursos fluviales del curso del Homino (afluente del Oca) y La Molina (que, a su vez, vierte al Homino) se configuran unos paisajes tan espectaculares desde un punto de vista paisajístico como interesantes desde un planteamiento natural y geológico.
Alrededor de las localidades de Hontomín, Cobos, La Molina de Ubierna, Lermilla y Quintanarruz se crea un paisaje dominado por el contraste entre el rojo de las tierras arcillosas y el verde de la vegetación que consigue arraigar, entre las profundas depresiones y los bordes escarpados. Se trata de una zona caracterizada por fuertes desniveles del terreno, resultado de la blandura de los materiales y del efecto constante de la erosión.
Las Torcas del Homino, con Hontomín al fondo.
Detalle de una zona de pastos y arbolado en la Dehesa de Quintanapalla.
Este paraje se encuentra junto a la Vía de Italia, al norte de Quintanapalla. Se trata de un espacio de unas cincuenta hectáreas de superficie, rodeado de un muro perimetral de piedra que se desarrolló en forma de dehesa a finales del siglo IX. En este terreno se mantienen los pastos frescos a lo largo de todo el año. Además, la dehesa proporciona leña, caza y setas.
Este es el único bosque adehesado de roble pubescente y fresno que se conserva en la zona central de la provincia. Además de las anteriores, alberga otras especies arbóreas, como quejigos, rebollos y ejemplares de arce menor y olmo de montaña.
Además, en este espacio natural encuentran su hábitat aves como el acentor común, el azor, el bisbita arbóreo, el cárabo, el cuco, el gavilán, el mirlo, la oropéndola o la paloma torcaz. Entre los mamíferos, abundan corzos, jabalíes, comadrejas, gatos monteses, tejones y zorros.
La Granja de Las Mijaradas se halla al norte de los montes que se extienden por Hurones.
Este espacio natural se encuentra al sur de la granja de Las Mijaradas y forma parte de la finca del mismo nombre, ubicada en el término de Hurones. Ha mantenido un buen estado de conservación en su forma de tupido bosque caducifolio, en el que la intervención humana apenas ha alterado el estado primitivo.
Tiene una superficie aproximada de diez hectáreas, en las que destaca la presencia del roble común, una especie propia de la vegetación atlántica que aquí se encuentra lejos de su área habitual. Junto a esta especie se desarrollan también quejigos, arces, fresnos y olmos de montaña, en medio de una vegetación arbustiva prácticamente infranqueable, excepto en aquellos lugares en los que tienen sus pasos jabalíes y corzos. Asimismo, abundan en la zona especies de aves propias de hábitats boscosos.
Parte del gran encinar que se extiende por la zona, detrás del casco urbano de Temiño.
Esta gran masa de encinas se extiende a lo largo de un amplio espacio que va del sureste de Temiño, en el Valle de las Navas, hasta las localidades burebanas de Caborredondo y Rublacedo de Arriba.
En total, la superficie que cubren estos bosques alcanza las 1.234 hectáreas. Además, en Robredo-Temiño se encuentra otro encinar de menor tamaño, el del Cueto, un bosque mediterráneo de unas 52 hectáreas, poblado de encinas y carrascas entre las que proliferan diversas plantas aromáticas.
La iglesia de Santa Cristina, edificada en el siglo XVII, es de estilo barroco.
Al lado mismo del casco urbano de Tobes y Rahedo se yergue Peña Mocha, un magnífico mirador natural que permite obtener impresionantes panorámicas del Valle de las Navas.
Además, sus abruptos cortados constituyen el hábitat ideal para numerosas rapaces.
Al oeste de la anterior se extiende La Serrezuela, una formación montañosa que desde un punto de vista geológico representa la prolongación de las alineaciones calizas de Ubierna y Peñahorada.
El río Vena tiene su nacimiento en la localidad de Galarde y atraviesa Quintanapalla y Rubena antes de llegar a la capital burgalesa y desembocar en el Arlanzón.
Junto a su cauce se desarrolla un interesante bosque de galería, en el que destaca la presencia de sauces, chopos, álamos, fresnos y arbustos como el endrino. Además, proliferan en sus inmediaciones los carrizos, los rosales silvestres, los majuelos, las zarzamoras y los cornejos rojos.
En este hábitat proliferan anfibios, reptiles y aves como la lavandera blanca, el ruiseñor común, la cigüeña blanca o el chochín, entre otras muchas.
Vegetación que prolifera junto a las riberas del río Vena, a la altura de Rubena.