Este territorio respira historia en cada rincón. Por estas tierras pasaron las distintas civilizaciones, desde la Prehistoria hasta nuestros días, pasando por los pueblos prerromanos y la ocupación romana, la Edad Media, el Renacimiento y la época más moderna. Y cada una de esas culturas dejó su huella, más o menos profunda, y contribuyó a forjar la personalidad de los actuales pobladores.

En la actualidad, es este un espacio geográfico dotado de una fuerte identidad, resultado del aprovechamiento de las técnicas, los modos de vida, las normas de conducta heredadas de las diversas épocas, de las distintas civilizaciones.

stas fueron tierras de aventureros, de conquistadores, de legisladores, de hombres constructores de progreso. Estas son las tierras por las que comenzó a cabalgar Rodrigo Díaz, el Cid Campeador, un personaje que ha pasado a la historia como símbolo del valor, del empuje y de las ansias de libertad.

Pero también son las tierras de San Juan de Ortega, un impulsor de la Ruta Jacobea empeñado en facilitar el tránsito de los peregrinos y de construir nuevas infraestructuras que, en última instancia, significaron avances y civilización.

Y son también las tierras de Andrés Díaz de Venero y Leyva, un hombre capaz de comprender que la conquista de América no podía llevarse a cabo sin dotar de leyes a los nuevos territorios y sin establecer pautas que obligaran a las personas y garantizaran derechos básicos para la población.

Y, en definitiva, son las tierras de todos aquellos que nos antecedieron y que contribuyeron a construir este espacio común que de forma genérica denominamos hoy Tierras del Cid.

Además, a la salida del pueblo se conserva un Crucero de piedra formado por una columna sobre tres escalones cilíndricos, todo ello presidido por una sencilla cruz.